sábado, 1 de junio de 2013

Junio.

Junio.
Junio. En el calendario latino junio era el cuarto mes. Dice Ovidio que su nombre se lo debe a Juno, pero otros autores relacionan la palabra con el consulado de Junius Brutus. Es probable, no obstante, que tenga relación con la agricultura y que al principio el término indicara el mes en que las cosechas maduran. Los anglosajones le llamaban “Mes seco”, y también “Mes del solsticio”, y por último, y en contraposición a julio, “Primer mes templado”. El solsticio de verano se produce el mes de junio.


Refranes:
Si hay niebla en mayo y en junio calor, las mieses tendrán todo su esplendor.
Un junio lluvioso deja el campo hermoso.
Si junio es húmedo y caliente, verás al campesino sonriente.
En junio, si pica el sol, ni mujer ni caracol.
En junio lloverá pero antes tronará.
En junio el veintiuno, es largo como ninguno.
En junio hoz en puño.
A final de junio deja de cantar el cuco.
Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo y si junio es ruin, hasta el fin.
En junio se le quita la mosca al buey y se le pega al burro.
Se acerca la noche, callado está el campo;
el tintineo del arroyo sediento,
mudo durante el día, de nuevo asciende;
¡Desierta la llanura a medio segar,
las andanas quedas! ¡y el carro chirriante.
Las rústicas voces, ladridos de perros,
encerrado todo en las granjas que duermen!
Han acabado las labores del día,
los segadores ya han recogido el heno.
Y desde el tomillo de las tierras altas,
y de las flores del saúco tan blancas,
y de los pálidos rosales del seto,
y de las hierbabuenas, entre las juncias.
El aire nocturno con soplo balsámico
extiende los perfumes que el día anuncia.
Y sobre el puro horizonte, en la distancia,
¡Contemplad el líquido cielo latiendo
sobre el monte junto a la primera estrella!
Callado está el campo, la noche se acerca.
Matthew Arnold.

                                                           Mes de Junio

           El mes sexto
          en que tenemos
          treinta días de esperanzas
           y deseos.
          Que se va la Primavera
           sin quererlo
           y a las puertas el verano
            nos ponemos.
            Junio es bueno.
           Que nos trae cosas bonitas
            y buen tiempo;
           todo aquello que esperamos
           desde enero
           y seguido, poca poco
           va ocurriendo:
            Hace mejor tiempo,
            es más largo el día,
           vienen grandes fiestas
             llenas de alegría.
Verdean los campos,
brillan las espigas,
los parque floridos
quedan todavía.
Y las vacaciones
están a la vista.
Playa, monte, viaje.
Seguro piscina.
Junio es un gran mes
que a todos anima
a pasarlo bien.
¡A vivir la vida!
Antonio Lozano Raspal



SEGADOR
El segador, con pausas de música,
segaba la tarde.
Su hoz es tan fina,
que siega las dulces espigas y siega la tarde.
Segador que en dorados niveles camina
con su ruido afilado,
derrotando las finas alturas de oro
echa abajo también el ocaso.
Segaba las claras espigas.
Su pausa era música.
Su sombra alargaba la tarde.
En los ojos traía un lucero
que a veces brincaba por todo el paisaje.
La hoz afilada tan fino
segaba lo mismo
la espiga que el último sol de la tarde.
Carlos Pellicer


                                                      Poemas de junio
                                                           I
Los días solitarios se desnudan
por el rumbo asiduo que les lleva a otra estación.
Pasan por alto la ciudad cautiva
dorándose al vapor de junio.
II
Una suavidad suprema de amanuense teje
aromas de jardín, arrastra
en el misterio a la inocente oruga
hasta el altillo verde
donde croa el mediodía con pureza de azahar
y es luenga la quietud brotando entre sus dedos.
III
Ese amparo dulce de la luz
que arma colgaduras desde el cielo
sobre la techumbre en el fulgor de junio,
urde en el color de cada teja
la fruta madura del árbol de la tarde.

             El tiempo es vasto y la existencia efímera.
                                                         María Eugenia Caseiro

Noches del mes de junio
A Luis Cernuda 
Alguna vez recuerdo ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia
porque ese mes sentía siempre una inquietud,
una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
nada más que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.
Eran las noches incurables y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par
sin un alma que llevar a la boca.
Cuántas veces me acuerdo de vosotras,
Lejanas noches del mes de junio,
cuántas veces me saltaron las lágrimas,
las lágrimas por ser más que un hombre,
cuánto quise morir o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.
Pero también la vida nos sujeta,
porque precisamente no es como la esperábamos.
Jaime Gil de Biedma.


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